Capítulo 08.
Jimin y Jungkook salieron de la casa Park el 25 de diciembre por la tarde.
Ellos prefirieron seguir festejando por su cuenta, así que cuando llegaron en la noche al departamento de Jimin, bebieron hasta tarde en la terraza.
Jungkook no dejaba de mirarlo cada vez que hablaba, cada vez que sonreía o bebía más de su copa, notando como sus labios se humedecían o su nariz se ponía roja a causa del frío, así que el alfa se pegó más a él, atrayéndolo hasta su pecho para que no se congelara.
Naturalmente los alfas eran más cálidos, porque protegían a sus omegas del frío. Así que eso hizo el mayor, abrazó a Jimin por los hombros mientras el rubio recargaba su cabeza en el hombro de Jungkook. Hasta que Jimin levantó su cabeza y lo miró con cansancio.
—Jungkook, tengo sueño —hizo un pequeño puchero—. Vayamos a dormir.
El alfa se inclinó para besar la frente del omega y acarició su mejilla.
—Ve a dormir, ahora te alcanzo —dijo bajito, vio a Jimin hacer una mueca de disgusto.
—Promete que no tardarás —pidió entrecerrando sus ojos a causa del sueño y el licor.
—No lo haré, iré enseguida —Jungkook besó cortamente sus labios y Jimin sonrió antes de alejarse, entrando al departamento.
El alfa suspiró cuando ya no lo vio, se recargó contra la barandilla y miró la ciudad con el aire frío golpeándolo en el rostro.
Jungkook sabía, él lo hacía. Sabía que era lo que estaba sintiendo, sabía lo que pasaba y por qué. Pero solo pensar en el hecho de decírselo a Jimin lo aterraba.
Porque lo quería, porque admitía quererlo y dejarlo ir lastimaría su pobre corazón hasta dejarlo incinerarse. Quererlo dolía, porque no sabía si lo lograría, si Jimin sentía lo mismo o solo había confundido las cosas, si los besos no significaron nada, si las noches compartidas eran por diversión, si el sexo fue siempre eso, solo sexo.
No era tan joven, pero sentía como si lo fuera. Ahí en la solitaria terraza presenciando la ciudad iluminada, se dio cuenta de lo que significaba querer a Jimin.
Jungkook se había enamorado.
Jungkook había caído por Jimin, pero ¿cómo no hacerlo? Si caer por ese ángel de ojos mieles y piel de porcelana fue tan fácil. Si el omega hizo de todo para tener a Jungkook de rodillas sin darse cuenta.
El alfa se sentía perdido, y derramó solitarias gotas saladas de sus ojos cuando le aterró la idea de alejarse de Jimin, o pensar en la posibilidad de el omega apartándolo, porque él jamás se había enamorado de Jungkook.
Si así se sentía querer a alguien, deseaba no sentirlo. No sentirse atemorizado, nervioso y preocupado. Quería sentirse libre, feliz, comprendido, quería amar y ser amado de vuelta, quería estabilidad, quería todo.
Él lo quería todo con un omega que dormía plácidamente en la habitación principal.
Observando la vista que ofrecía Londres esa noche y apretando sus puños en la barandilla se sintió aterrado de verdad. Si alguna vez se había sentido así antes, no se comparaba con lo que sentía ahora.
Porque necesitaba sacar de su pecho el sentimiento más significante que alguna vez ha sentido, necesitaba decirlo, pero necesitaba más la respuesta de Jimin.
Así que caminó hasta la habitación que habían compartido en los últimos meses y abrió la puerta, Jimin estaba acurrucado en la cama, del lugar que siempre dormía, con el cabello rubio cayéndole en la frente y sus labios gruesos entreabiertos.
Él lo miró, recargándose un momento en el marco de la puerta y verlo ahí, tan pequeño y delicado solo hizo que su corazón se encogiera al pensar en perderlo, dejar de ver sus ojos que lo volvían loco, dejar de sentir su piel suave, dejar de oler su aroma tan especial. Solo dejarlo ir.
No lo soportaría, y tenía que ser valiente por los dos. Solo eso quedaba.
Jungkook pasó algunos días pensando y pensando en lo que estaba sintiendo, sabía que no debía darle más vueltas al asunto porque ya lo había comprendido todo, pero seguía sintiendo que tenía que hacer algo más.
El saber que estaba enamorado de Jimin no cambió las cosas, ahora solo sabía lo obvio, pero siguió tratándolo como siempre.
Festejaron año nuevo en un restaurante elegante junto con algunos amigos que tenían y compañeros del trabajo. Fue una buena noche, todos brindaron y se divirtieron juntos, deseando que el siguiente año fuera igual de bueno o mejor.
El alfa nunca había sido bueno haciendo detalles, tampoco halagando a nadie ni mucho menos siendo romántico, pero había algo en Jimin que despertaba su lado más cariñoso jamás antes visto.
Procuraba que el omega se sintiera cómodo siempre que salían, que se sintiera protegido, que supiera que Jungkook estaba ahí.
Lo abrazaba por la cintura, besaba su cuello al dormir, lo abrigaba bien antes de salir, lo hacía reír, pero también molestar, intentaba hacer desayuno para los dos, le regalaba joyas porque sabían que a Jimin le gustaban, le regalaba flores porque se veían lindas en su departamento, lo llevaba a cenar fuera aún cuando el rubio se quejaba porque gastaba mucho en él. Para Jungkook, el dinero era lo de menos, siempre y cuando consintiera un poco a Jimin.
Pero también disfrutaban las cosas pequeñas, como ir por las tardes a un parque, sentarse en la sala de estar para descansar, trabajar juntos en la habitación de Jimin, lavarse los dientes juntos, tomarse tímidamente de las manos cuando caminaban por las calles nocturnas de Londres, ver la ciudad desde lo alto de la oficina de Jungkook.
Cosas simples que los formaban a ellos. Cosas sencillas que los hacían querer estar juntos.
Jungkook había tomado su decisión mientras pasaba su mano áspera por la delicada espalda de Jimin, se miraban a los ojos, perdiéndose en el otro una vez más.
Ambos se encontraban agotados después de haber tenido sexo en la cama del omega, completamente desnudos y combinando sus aromas hasta que la habitación se llenó de los dos.
Jimin se encontraba boca abajo, con su mejilla frotando la almohada, sintiendo las caricias de Jungkook desde su nuca hasta su trasero donde el alfa apretaba un poco más. El mayor siempre reaccionaba igual ante su desnudez, lo tomaba como si fuera la primera vez que lo veía y besaba su piel.
Estaban tan inmersos en sus pensamientos, mirando el rostro del contrario hasta que Jungkook habló.
—Yo... tengo algo que decirte —susurró pasando un mechón de cabello detrás de la roja de Jimin.
—¿Qué es? —preguntó adormilado.
Sabía que estaba arriesgando todo, sabía que había una posibilidad de que saliera mal y Jimin se alejara, pero creer que el omega lo aceptaría era lo que lo impulsaba a seguir, creer que Jimin sentiría lo mismo, que lo querría igual y que estaba dispuesto a comenzar algo nuevo con él.
Jungkook arriesgaría todo por Jimin, siempre fue así y lo seguiría siendo.
—Hemos pasado mucho tiempo juntos desde hace meses —comenzó—. Sé que me he equivocado, sé que lo he jodido y sé que te he lastimado. Nunca lo hice a propósito, quiero que sepas que jamás haría algo para dañarte intencionalmente —Jimin lo escuchaba confundido.
—¿Por qué... por qué dices eso?
—Porque quiero hacerte saber que jamás tendría intención de herirte, Jimin. Quiero algo nuevo, un nuevo comienzo, nunca tuve la oportunidad de disculparme como quería porque no lo había entendido hasta ahora.
—¿Entender qué, Jungkook? —preguntó sentándose en la cama. El alfa repitió la acción hasta que ambos quedaron mirándose a los ojos, con las sábanas cubriendo sus caderas.
—Sé que prefieres el lado izquierdo de la cama, que prefieres abrazarme por las noches en vez de abrazarte yo a ti. Sé que te gusta el café con dos cucharadas de azúcar, que odias limpiar, pero mantienes tu lugar de trabajo impecable. Sé que tienes una fotografía nuestra en tu fondo de pantalla, que prefieres mi oficina antes que la tuya por la vista. Sé que amas a tu familia más que nada, que tus flores favoritas son los narcisos...
—Alfa, no entiendo...
—Sé que tu película favorita es Grease, que amas las películas románticas, aunque finjas no hacerlo. Sé que te gusta tomar vino barato y emborracharnos hasta tarde, sé que amas las pláticas en la madrugada y que odias que te mire al despertar aún cuando sabes que yo amo hacerlo.
›› —Sé que a veces te sientes inseguro mirándote al espejo, sé que odias tu estatura, que no te gustan tus caderas ni tus muslos, sé que a veces dejas de sentirte joven y piensas en los años que han pasado, pero también sé que eres perfecto así, porque encajamos bien, porque pareces creado para mí.
Jungkook habló, susurrando en la oscuridad todas aquellas cosas que sabía de Jimin, mientras que el omega sentía las lágrimas calientes bajando por sus mejillas al escucharlo y no saber de qué se trataba.
—Sé como te gusta la naturaleza, como tocas los pétalos de las flores con delicadeza, sé que mantienes tu lado rudo por lo que has tenido que pasar, pero sé que demuestras cariño con quien se lo merece, sé que te gusta bailar y sé que quieres aprender a cocinar. Sé mucho de ti, omega, puedo nombrar todas las cosas que conozco de ti y me gustan, puedo hacer una lista con todas las razones de porqué creo que eres la mejor persona que he conocido. ¿Y sabes por qué lo sé? Porque estoy enamorado de ti, Jimin. Y no lo había entendido hasta ahora.
Fue como sentirse liberado después de esa confesión, como sentirse libre después de estar encerrado durante mucho tiempo. Jungkook se sintió así, sacando de su pecho todo lo que había estado guardando, confesando sus más bellos sentimientos.
Arriesgando todo por el menor, arriesgando hasta la última lágrima, el último beso, el último abrazo. Arriesgando el perder a su ángel, que le fuera arrancado de sus manos y dejara un simple brillo dorado entre sus dedos, prueba de que había sostenido al ser más hermoso que alguna vez haya pisado la tierra.
Jimin lo miraba en silencio, mordiéndose el labio mientras sorbía por la nariz y parpadeaba para eliminar los restos de lágrimas.
El omega no respondió esa noche, solo lo besó. Lo besó mientras seguía sollozando, tomando el rostro de Jungkook entre sus manos y moviendo sus labios como un desesperado, sediento del alfa, queriendo tomar todo lo posible de él.
Jungkook lo sintió diferente, desde que se aferró a su cuello hasta que terminó dejando un beso más tierno en sus labios. Jimin solo se alejó y volvió a recostarse en la cama, le indicó sin palabras a Jungkook que hiciera lo mismo.
El alfa sin entender, volvió a recostarse, dándole la espalda a Jimin mientras sentía los brazos del menor rodearlo hasta que acarició su torso desnudo.
Jungkook lloró en silencio esa noche porque no obtuvo respuesta alguna del omega. Y eso dolió más que nada, saber que se había esforzado tanto, preparado para decirlo, lo había pensado mucho, todas las noches pasó torturándose, para obtener nada. No fue un sí, no fue un no. Simplemente hubo nada, y se sintió como un vacío.
Apenas Jungkook despertó por el sonido de la alarma, sonrió sin recordar nada de lo de anoche, pero al darse la vuelta con los ojos cerrados y estirar su brazo, notó que el cuerpo de Jimin no estaba. Y los recuerdos empezaron a llegar, dolorosos y confusos.
Parpadeó dos veces para despejarse y ver la cama vacía a excepción de él. Lo extrañó un poco, ya que el omega siempre era el que se quedaba más tiempo dormido, Jungkook lo despertaba a él.
Creyó que estaría en el baño, así que salió de la cama y se colocó su bóxer que yacía en el piso junto con su otra ropa. Caminó hasta el cuarto de baño y tocó dos veces, no obtuvo respuesta, tampoco escuchó nada.
—Jimin, ¿estás ahí? —preguntó abriendo la puerta con cuidado. No estaba ahí.
Trató de no preocuparse y se dijo a sí mismo que estaría en la cocina.
Así que salió de la habitación, silencio fue lo que obtuvo. Llamó varias veces, pasó por la sala de estar vacía y llegó hasta la cocina, no había nada. Ni siquiera un plato que indicara que Jimin había estado ahí.
Frunció el ceño extrañado y volvió a la habitación para tomar su celular, estaba tecleando su número cuando por el rabillo del ojo divisó algo más en la mesita de noche y volteó para mirarlo. La tomó entre sus dedos, era un pedazo de hoja.
"Jungkook, tuve que salir, cierra con seguro cuando te vayas.
–Jimin."
De cualquier modo, él llamó a Jimin, pero no obtuvo respuesta. Así que se vistió en medio de su confusión y soledad. Jungkook salió del departamento y tal como lo pidió el omega, cerró con seguro.
Condujo hasta su casa, no había cambiado nada, seguía igual de triste y solitaria como siempre.
No perdió mucho tiempo arreglándose, se duchó y vistió como todas las mañanas, un poco más apresurado por saber algo del rubio. Trataba de convencerse de que todo estaba bien, pero la verdad no parecía estarlo porque Jimin jamás hacía algo como eso. Y una simple nota lo extrañó más. No un mensaje ni una llamada, pudo despertarlo para decirle.
Así que cuando estuvo listo, tomó sus cosas y salió de la enorme casa. Condujo hasta la oficina, donde estacionó su auto y entró al edificio, haciendo que todos voltearan su cabeza al ver a Jungkook entrando con su porte imponente pero su aroma apestando a preocupación.
Cuando llegó hasta el último piso del edificio, caminó hasta la pequeña oficina del omega. Abrió la puerta esperando encontrarlo ahí, no estaba. No había rastro del menor.
—Park Jimin —habló con su voz grave—. ¿Alguien sabe dónde está?
Todos lo miraron confundidos y negaron con la cabeza, eso hizo que Jungkook tensara su mandíbula. Se metió a su propia oficina y sacó su celular del bolsillo para llamar a Jimin.
No sabía cuantas veces fueron, pero el omega no contestó en ninguna de ellas y eso comenzaba a impacientarlo porque no sabía nada de él, si estaba bien, si estaba seguro, si se sentía mal, si había comido, no sabía absolutamente nada y eso hacía que su lobo se tensara, aterrado.
Jimin no llegó a trabajar ese día, Jungkook apenas pudo concentrarse en sus deberes. Tuvo una junta importante que no salió como esperaba por estar pensando en Jimin.
Respondía lo primero que pasaba por su cabeza sin tener menor idea y se pasaba las manos por el cabello, despeinándolo en señal de frustración.
Así que cuando llegó la hora de partir, el alfa salió dando fuertes pisadas hasta que llegó a su auto y exhaló fuertemente tratando de calmarse. No podía estar actuando de esa forma, no con Jimin. Pero algo muy dentro del alfa le decía que no estaba bien.
Así que cuando estacionó fuera de los departamentos donde vivía el omega, salió del auto y subió, ni siquiera se sentía cansado, porque las ganas de saber de Park eran más fuertes. Y cuando estuvo en su piso, tocó la puerta suavemente.
Llamó varias veces y cuando no obtuvo respuesta, tocó con más desesperación, casi golpeando la madera. Esperaba que un Jimin muy enojado abriera, con el ceño fruncido y el cabello mojado por la ducha, regañándolo por hacer todo ese escándalo y le explicara que todo había sido un mal entendido. Eso no pasó porque nadie abrió la puerta.
Entonces, un Jungkook muy molesto bajó hasta donde estaba la oficina de recepción y tocó la puerta un poco más calmado. Salió un beta un poco más mayor que él, con el cabello negro y gafas enmarcando sus ojos negros.
—Buenas noches, ¿puedo ayudarlo en algo? —al hombre no le afectaba el olor de Jungkook porque no podía olerlo como los alfas u omegas, así que se mostró impasible.
—Necesito la llave del departamento 405, por favor.
El hombre lo miró de arriba abajo y comenzó a negar con su cabeza.
—Señor, lamento no poder hacer eso —explicó—. Es privacidad de los residentes.
—Me importa una mierda la privacidad de los residentes, solo quiero la llave de uno —dijo molesto—. Park Jimin, debes conocerlo, un hombre bajito con cabello rubio y ojos marrones.
—Lo conozco —afirmó el beta—. Pero por la privacidad del señor Park no puedo dejarlo acceder a la llave.
Jungkook negó con la cabeza mientras sonreía irónico. Ver el estado del alfa hizo que el beta encargado se quedara estático, un poco asustado.
—Escucha... —Jungkook miró su gafete—. Moon. No sé nada de él desde la mañana, no contesta mis llamadas ni mis mensajes, no asistió al trabajo hoy y no salió de su departamento cuando lo llamé. Por favor, necesito saber si está bien —pidió más desesperado.
—Lo siento, señor. Puede llamar a las autoridades pero yo no puedo hacer nada... —el beta dio un salto cuando Jungkook golpeó la puerta haciéndolo callar. Vio la furia correr a través de los ojos verdes de alfa.
—¡Escucha imbécil, es de mi omega de quien estamos hablando! —gritó—. No he sabido nada de mi omega durante todo el día, necesito saber si está bien. Y te mataré si intentas impedírmelo, ¡así que dame la maldita llave ahora!
El beta tembló cuando lo escuchó, había usado su voz con él y solo hizo que se encogiera y bajara la cabeza mostrando respeto mientras obedecía. Vio al hombre entrar a la oficina y buscar hasta que sacó un manojo de llaves y le tendió al alfa que apretaba los puños, una que tenía el número 405 escrito.
Jungkook la aceptó furioso y subió de nuevo hasta el departamento, introdujo la llave en la perilla y se abrió. El alfa entró rápidamente, caminando por el lugar y observando las cosas que se mantenían intactas desde que había estado ahí. Las latas de cerveza seguían en la mesita de la sala de estar, la cocina estaba impecable y cuando entró a la habitación observó la cama destendida. Las sábanas seguían justo como Jungkook las había dejado, la nota estaba arrugada en la mesita de noche y la puerta del baño estaba abierta.
El alfa suspiró cuando vio el departamento vacío y se recargó en la pared al sentir sus piernas temblar. No estaba Jimin, seguía oliendo como ellos, se sentía como ellos, pero el omega no estaba, su omega no estaba ahí. Sentía que se estaba ahogando y el aire no llegaba a sus pulmones.
Jungkook terminó en el piso con las rodillas flexionadas y la cabeza entre ellas, esperando escuchar la puerta abrirse y luego pasos. Esperó y esperó en medio de todo, en medio de una habitación vacía que todavía olía a coco y almendras.
Y cuando la hora marcó la una de la mañana, él se fue a la cama. Enterró su nariz en la almohada que usaba Jimin solo para poder sentir su aroma y arrugó las sábanas entre sus dedos como si eso le diera una pista de dónde estaba.
Durmió solo esa noche, con su cabeza doliendo y su alfa confundido. Durmió solo en una cama que se sintió más grande de lo normal. Jungkook despertaba cada cierto tiempo, pero el lugar seguía vacío.
✧✦✧
Estaba tallando sus ojos, sentado en su oficina mientras trataba de leer unos documentos.
Era el día siguiente y Jungkook tenía que seguir trabajando aunque no tuviera las fuerzas suficientes, se había despertado más tarde de lo normal después de no haber podido dormir durante la noche. Despertó en una cama fría y suspiró cansado.
Así que ahora se encontraba ahí, sumido en la confusión y el desasosiego de no saber nada del omega. Su pecho se apretaba cada vez que pensaba en él o pensaba que le había pasado algo.
Escondió el rostro entre sus manos evitando perder la cabeza hasta que la puerta se abrió y el olor más delicioso entró a sus fosas nasales.
Jungkook levantó su cabeza y abrió su boca cuando lo vio, tan hermoso como siempre. Con su cabello peinado y su rostro fino, llevaba ropa casual que resaltaba su cuerpo. Jimin lo miró serio y caminó hasta él.
—Jim.
Se sentía como si hubiera pasado mucho tiempo, Jungkook estaba a punto de dejar todo si no lo encontraba. Así que cuando lo vio de frente fue como volver a respirar, deleitándose de la maravillosa vista y el olor tan especial que tenía.
Jungkook siempre notó el aroma del omega, un poco más tenue que la primera vez, pero siempre estuvo ahí para él, aunque los demás no lo notaran.
Fue como estar en cámara lenta, el alfa levantándose de su silla y Jimin llegando hasta él. Hasta que tuvieron el escritorio interponiéndose, Jungkook estaba apunto de rodearlo pero el rubio colocó una hoja encima de la madera negra.
El alfa ni siquiera tuvo que leerlo porque sabía de qué se trataba.
—Voy a renunciar —y ahí estaba de nuevo, su exquisita voz. Aquella que había escuchado llamándolo incontables veces, aquella que adoraba y amaba. Solo le trajo malas noticias.
Jungkook lo miró sin entender.
—Yo... estaba preocupado por ti —exclamó—. Desperté solo en la cama, no sabía donde estabas y ahora vienes y lo primero que dices es que renuncias, no entiendo, Jimin.
—No es muy complicado, ya no voy a trabajar aquí —mencionó obvio. El alfa lo miraba con los ojos muy abiertos.
—Si esto es por lo que dije aquella noche, quiero que sepas que no me arrepiento de nada...
—No, Jungkook —lo cortó—. No haré un drama solo porque estás enamorado de mí. Esto no se trata de ti, se trata de mí. Necesito pensar las cosas y estando contigo aquí no puedo hacerlo.
Jungkook soltó una risa sin chiste, sin alguna pizca de gracia.
—¿Pensar qué, Jimin? ¿Si me amas de vuelta? —preguntó dolido. El menor lo miró fingiendo seriedad aún cuando se estaba muriendo por dentro.
—Sabes que nunca quise dedicarme a esto, que este no es mi lugar. Quiero hacer algo por mí al menos una vez, Jungkook —Jimin tomó la hoja que yacía en el escritorio y la tomó, poniéndola en el pecho del pelinegro—. No me busques más, por favor. Estaré bien.
Y como el omega siempre hizo, demostró otra cosa con sus actos. Se levantó de puntitas y atrajo a Jungkook para dejar un casto beso en sus labios a modo de despedida. El alfa quiso aferrarse a él, tomarlo entre sus brazos y no dejarlo ir, pero sabía que eso era egoísta.
Y antes de que lo pensara bien, Jimin abandonó el lugar, esfumándose y desvaneciendo los recuerdos de lo que compartieron.
Cuando Jimin salió del lugar, dejó un pedazo de su corazón ahí dentro. Porque estaba dejando a Jungkook.
Si le preguntaran qué sintió ante la confesión de Jungkook, la respuesta sería miedo.
Sintió miedo de ser querido, miedo de que él no fuera suficiente, de que Jungkook mintiera y lo quisiera por su cuerpo, miedo de que lo dejara con el tiempo o de que fuera una broma.
Se acobardó por completo y huyó como siempre lo hacía para no tener que enfrentar las cosas.
Su primer instinto le decía que no era cierto, que Jungkook mentía, que Jungkook no sabía lo que decía, ¿por qué se enamoraría de él? Pudiendo tener a cualquier omega que le diera la vida que no podría darle Jimin.
Aunque su lobo interno lloraba porque le creyera a él. Jimin no lo hizo, se dejó llevar y terminó apartando a Jungkook porque no soportaría una decepción más.
Así que él simplemente se fue, borrando todo rastro de lo que alguna vez hubo entre ellos.
Se encerró en su departamento y se obligó a mantenerse ahí.
Jimin nunca había pensando sobre el asunto con Jungkook, no tenía que pensar nada porque sabía que muy en el fondo sentía algo diferente con el alfa.
No era simple atracción, era algo más que lo llamaba para estar con él. Y sintió temor cuando lo supo, porque era un omega insignificante que no tenía mucho que ofrecer, sería una burla siendo la pareja de Jungkook, lo terminaría dejando como sus ex novios y buscaría una omega más bonita, que fuera aceptada.
Pero no pudo frenarlo a tiempo, pasó demasiado tiempo con Jeon y cada día fue más difícil alejarse, dolía y lo lastimaba porque su omega aullaba por estar con Jungkook.
Dolía, dolía completamente porque ahora se estaba alejando por amor, dolía mucho más que las otras veces porque ahora era diferente, porque ahora sentía algo por el alfa.
Lloró varias noches, le quemaba el pecho y soltaba jadeos ahogados por tomar su decisión. Sentía como se ahogaba, como le faltaba el aire y como temblaba en su cama fría sin tener el calor corporal de Jungkook.
Lo extrañó todo el tiempo, no hubo un momento que no sintiera su falta, que no pensara en sus labios tocando los suyos, en sus manos grandes tocando sus muslos desnudos, en las noches que compartieron juntos.
Jimin pensó en todos los momentos que compartieron, en todo lo vivido. Y pensó en lo que podrían llegar a ser. Eso no iba a pasar.
Llegó a sangrar por la nariz después de que su cabeza doliera por todo el llanto, manchó las sábanas y el piso mientras corría hasta el cuarto de baño. Jimin se tiró al piso, creyendo que por fin moriría y dejaría de sentir lo que estaba sintiendo.
Así que echó su cabeza hacia atrás, hasta que tocó la pared. Y solo sollozó en silencio mientras el líquido caliente seguía saliendo. El omega cerró los ojos, esperando que todo terminara. Pero al día siguiente despertó en una incómoda posición y todo volvió a repetirse.
Recibió infinidad de llamadas del alfa. Incontables mensajes que solo hacía que llorara más fuerte, enterrando el rostro en la almohada. Así que prefirió apagar su celular.
Creyó que se estaba volviendo loco cuando imaginaba a Jungkook en la terraza, cuando olía su aroma o escuchaba pasos acercándose, creyó que el alfa entraría y lo abrazaría hasta decirle que todo estaría bien. Escuchaba su risa en la sala de estar y los susurros que le dedicó.
Lo que alguna vez fueron bailes en la cocina y besos con sabor a vino en el sofá, ahora solo eran sombras que se movían por el departamento intentando llegar al omega que se encogía con dolor en la cama.
Los días los pasaba en cama, las tardes también, pero las noches se acercaba a la ventana. Miraba la ciudad con la cabeza pegada al vidrio mientras miraba el cielo, incontables ocasiones imaginó a Jungkook haciendo lo que él y siempre le decía lo mismo: "Tengo miedo, alfa. Lo siento, por favor perdóname". Creyendo que el pelinegro lo escucharía, lo sentiría. Y lloraba más.
✧✦✧
Era un vacío, un vacío solitario y desesperante que hacía enloquecer a Jungkook.
Si alguna vez creyó que había conocido el dolor, nada se comparaba a lo que sentía ahora. Ahí recostado en su grande cama, arrugando las mantas mientras gruñía por el dolor de sentirse alejado de Jimin.
Se encerraba en su baño y se metía a la tina mientras el agua empapaba su ropa porque sentía como quemaba su pecho. Lloró también, pero no se arrepentía de nada porque había conocido y amado a Jimin.
Lloró todas esas noches que se mantuvo apartado, Jungkook nunca lloraba. Porque su padre le decía que eso no era cosa de alfas, pero él ya no se sentía como uno.
Ya no se sentía un alfa porque ya no tenía a su omega, porque se había alejado de él y se mantenía apartado a kilómetros de distancia mientras ambos sufrían.
Ya no se sentía un alfa porque no tenía a Jimin para protegerlo, para cuidarlo, para amarlo.
Jungkook ya no era uno, solo era un cuerpo inerte recostado en la bañera mientras el agua congelaba sus músculos.
Y quiso morir, nunca lo intentó, pero lo pensaba. Porque quería ir a aquel ansiado lugar que llamaban el paraíso para encontrarse de nuevo con su ángel.
Quiso dejar de sentir su pecho apretado, el sentir a su lobo aullando por ir a buscarlo, dejar de sentirse en la abrumadora soledad, dejar de sentir a sus demonios internos y dejar de pensar en la oscuridad en los rincones de la casa acechándolo.
Jungkook quería dejar todo atrás. Algunas veces se arrepintió de haberlo confesado, pero siempre terminaba sonriendo entre lágrimas porque no podría sentir pesar por lo que había dicho. Él solo habló con la verdad, amó de verdad sin importar no obtener nada a cambio.
Lo extrañó muchas veces, extrañó su suave piel entre sus dedos, los besos en su mandíbula, los sonidos más maravillosos que le dedicó, extrañó su risa nocturna y el café de las mañanas, extrañó los días lluviosos que pasaron juntos. Jungkook lo extrañó todo el tiempo.
Lo llamó muchas veces sin poder creerse que en verdad lo estaba alejando, faltó algunas veces al trabajo justificando que estaba enfermo, en realidad no lo estaba.
Oh bueno, si podríamos llamar enfermedad a tener el corazón roto entonces sería una afirmación acertada. Porque eso era lo que sentía, Jimin se llevó una parte de él cuando se marchó.
Los minutos se convirtieron en horas, que a su vez se convirtieron en días. Días convertidos en dolor, furia, resentimiento, tristeza, decepción. Días que fueron como un infierno para los dos.
Un omega y un alfa en la misma ciudad que aullaban por estar juntos de nuevo, por volverse a encontrar. Por sentirse de nuevo y recuperar el tiempo perdido.
Sentían su alma y corazón doler, sentían sus cuerpos sin fuerzas comenzar a morir por dentro hasta que los pétalos comenzaran a marchitarse y no quedara rastro de las bellas flores que alguna vez fueron.
Y tenían miedo, porque después de un tiempo no querían morir, pero tampoco querían vivir así.
✧✦✧
Jimin pasó por muchos momentos de duelo, momentos donde comenzó a cuestionarse si lo que había hecho era correcto, y si sí lo era, ¿por qué no se sentía como tal? ¿Por qué dolía como el infierno?
El omega dejó de llorar después de la primer semana, pero el vacío continuó, y eso era aún más doloroso. Porque su dolor dejó de salir en forma de lágrimas y se incrustó en lo más profundo de su ser.
Sentía sus ojos rojos y cansados, sabía que estaba hecho un asco, que se veía mal. Pero solo era la representación física de como se sentía por dentro.
El dolor se convirtió en furia, en enojo ardiente y luego en desespero. Hasta que no sintió nada.
Pero eso terminó.
Jimin se cansó. Se hartó del dolor, de la tristeza, de la furia. Se hartó de llorar hasta quedarse dormido y escuchar las canciones que le recordaban a Jungkook, se hartó de tirarse al piso y encogerse en la esquina de la habitación.
Había tomado una decisión y creyó que sería lo mejor para los dos cuando se dio cuenta que no lo era. Nunca lo fue, y lo entendió hasta leer la postal que Jungkook le había escrito en su cumpleaños.
Lo entendió cuando recordó su confesión, cuando recordó cómo lo abrigaba, aunque estuvieran dentro. Lo entendió cuando recordó los besos en sus pómulos, en sus nudillos y en su frente. Cuando recordó como bailaban en la terraza y como reían mientras conducían por la ciudad.
Jimin entendió lo que era amar cuando recordó a Jungkook sentado frente al escritorio mientras él se acomodaba en su regazo, cuando recordó la cena navideña y a Jungkook hablando con sus hermanas. Cuando tomó el suéter verde de su closet y se lo puso porque le recordaba al alfa.
Cuando pensó en los chistes malos, las platicas a las tres de la mañana, los regalos sencillos y las cenas baratas.
Jimin lo entendió cuando su omega se lo dijo. Y él estaba dispuesto a escucharlo por al menos una vez.
Su departamento solo era el lugar donde vivía, porque su hogar lo había perdido. Pero estaba dispuesto a recuperarlo.
Porque su hogar era Jungkook y todo lo que había construido con él, lo entendió tarde, pero tuvo que equivocarse para entenderlo todo por completo.
Así que después de dos semanas, él volvería a su hogar.
Porque Jimin no rogaba por nada ni por nadie, él lucharía por Jungkook.
Así que se vistió con lo primero que encontró en su closet y salió de su departamento con las manos temblando y la nariz roja. Tomó el primer taxi que encontró y subió, evitando la mirada interrogatoria del conductor al ver su estado. Jimin solo le indicó la dirección y él manejó hasta donde el omega había pedido.
El rubio solo recargó su frente en el vidrio y sollozó en silencio, pensando en si Jungkook aceptaría dejarlo entrar, si lo dejaría explicarse, si le daría una nueva oportunidad. No meditó sus opciones, pero si el alfa decidía no querer verlo más, él lo entendería y se marcharía una vez más.
Estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó cuando el auto se detuvo frente a la gran casa, que lucía oscura y tenebrosa por fuera. Él bajó del auto después de pagar la tarifa y caminó hasta la entrada. Suspiró antes de tocar la puerta oscura.
Sentía que estaba a punto de desmayarse, sus piernas flaqueaban y se mordía los labios nervioso.
Volvió a tocar cuando no obtuvo respuesta.
Y fue como si todo cayera en picada, notó lo que había hecho. Por primera vez en dos semanas pensó en lo que realmente había pasado y eso lo lastimó más. Fue como sentir su alma por los pies, miró la puerta con los ojos muy abiertos como si no lo creyera aún. Era obvio que Jungkook terminaría por olvidarlo.
Lo olvidaría de inmediato porque no era alguien memorable, seguramente estaría con algunos otros omegas mientras él se hundía cada vez más solo porque fue un completo cobarde y no admitió que sentía lo mismo.
Se quedó unos minutos más llamando, esperando que el alfa saliera a rescatarlo y evitar que cayera. Se rindió cuando nadie salió y sollozó dándose la vuelta, comenzando a caminar de regreso.
Hasta que escuchó la puerta abriéndose y una voz grave llamándolo.
—Jimin...
El omega se dio la vuelta de inmediato, encontrándose con el delgado cuerpo del alfa. Observó su cabello enmarañado, su rostro pálido, las notables ojeras debajo de sus ojos cansados y su nariz roja. Se veía destruido y pensó que no había mucha diferencia entre como se veía Jungkook y como se veía él.
—Hola —pronunció con la voz entrecortada. El omega sintió unas gotas frías cayendo en su rostro y miró hacia el cielo para luego ver a Jungkook—.
¿Puedo pasar?
El alfa lo miró fijamente como si no creyera que estuviera ahí, pero aún así asintió y se hizo a un lado para que Jimin entrara a la fría casa, observando la oscuridad y escuchando el silencio ensordecedor.
—Qué... ¿qué haces aquí? —preguntó dudoso el mayor. No sonaba molesto, ni sonaba como reproche, solo era la voz vacía y ronca del alfa.
Jimin tomó un gran respiro antes de hablar.
—Me tomó un tiempo llegar hasta ti —comenzó, sonriendo tristemente—. Sé que tomé la peor decisión que pude haber tomado al alejarme de ti. Pero estoy aterrado, Jungkook. Me asusta no ser suficiente para ti, me asusta pensar en que llegues a dejarme, me asusta todo porque esto es completamente nuevo para mí.
Jungkook escuchaba en silencio, mientras pasaba una mano por su creciente barba. Jimin había comenzado a derramar lágrimas silenciosas que limpió rápidamente porque estaba cansado de llorar.
—Pero también sé que jamás he sentido esto con nadie más. Y también sé muchas cosas de ti, Jungkook —arrugó su ceño mientras ordenaba sus palabras—. Sé que también eres nuevo en esto, que extrañaste a tu hermana en navidad, pero preferiste pasarlo conmigo, sé que también amas las películas románticas. Sé que prefieres el té, pero tomas café conmigo porque eso me hace feliz.
›› —Sé que tu infancia fue dura al tener un padre como el tuyo, sé que odias bailar, pero lo haces para hacerme reír. Sé que amas salir al campo, que amas las tardes lluviosas y prefieres el lado derecho de la cama. Sé que mis chistes malos te hacen reír de verdad porque muestras tu gran sonrisa, sé que prefieres los colores oscuros y que amas las canciones lentas. Sé que fingías no saber hacer el nudo de tu corbata porque querías que lo hiciera yo, y sé que guardaste mi cuadro de Florencia porque lo estoy viendo justo ahora.
Jimin señaló con su cabeza detrás del cuerpo de Jungkook mientras sorbía su nariz, el alfa no volteó, en cambio, lo miraba con los ojos inyectados en sangre.
—Y tardé mucho tiempo en darme cuenta, pero ahora lo sé. Estoy enamorado de ti, Jungkook, estoy loco por ti y estoy muriendo por dentro. Porque tú eres mi alfa y yo soy tu omega, ahora lo sé.
Fue tan rápido que ninguno supo como pasó, pero en unos segundos ya estaban en los brazos del otro, Jungkook lo abrazó fuerte cuando vio como las piernas de Jimin fallaban.
Y el omega se sujetó fuerte a su espalda y lloró en su pecho cuando se sintió protegido una vez más en el cuerpo del alfa.
Se sintieron completos, recogiendo sus piezas del suelo para complementarse uno al otro. Suspiraron cuando volvieron a encontrarse una vez más y por fin pudieron tranquilizarse.
—P-Por favor, perdóname —sollozó—. Lo siento por alejarte, necesitaba darme cuenta que no puedo estar sin ti, Jungkook. Te necesito conmigo, aunque no lo demuestre, por favor no te vayas —pidió con la voz rota.
Y el mayor, que se había quedado callado procesando las palabras de Jimin, levantó su rostro por el mentón para mirarlo fijamente a los ojos.
Cuanto había extrañado tenerlo así de cerca, cuanto había echado de menos su aroma rodeándolo. Jungkook besó su frente y sus parpados, lamiendo las lágrimas saladas que seguían saliendo.
—Tampoco puedo estar sin ti, Jimin. No puedo, lo intenté y casi me mata —el alfa acarició su espalda y su cabello. Sin importarle sentirlo áspero y algo seco—. Eres mi omega, lo sé desde hace tiempo, lo sentí aquí —apuntó su pecho.
—Y tú... tú eres mi alfa, mi lobo me lo dijo —sonrió Jimin.
Después de toda esa tormenta, por fin sonrieron sinceros mirando al otro. Ambos comenzaron una nueva etapa a partir de ahí.
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